viernes, 28 de octubre de 2011

LOS SUELDOS DE LOS BANQUEROS


    Hoy me he desayunado con una noticia que me ha producido la misma indignación –supongo- que al resto de mortales que la hayan conocido. Entre 2004 y 2010 los consejeros y directivos de las 15 entidades financieras más importantes del país vieron incrementadas sus retribuciones en un 48%. Esta subida salarial, en el caso de las Cajas de Ahorro, llegó en algunos casos al 80%.

    Y no crean que son pocos; este grupo de asalariados privilegiados lo conforman 1500 directivos y su retribución media se sitúa en torno a los 300.000 euros al año o, traducido a pesetas, 50 millones.

    Este incremento en nada se parece al que ha experimentado el común de los trabajadores españoles. En este período  -recordemos, 2004 a 2010- más de 3 millones de españoles han perdido su empleo, miles de inmigrantes se han visto obligados a retornar a sus países de origen y los funcionarios han visto reducidas sus retribuciones en porcentajes que van del 5 al 15% según su categoría.

    La bestial subida salarial será todo lo legal que se quiera –al fin y al cabo son empresas privadas-, pero es de todo punto inmoral y ofensiva. Entre otras muchas razones porque los jerifaltes y mandamases de la gran banca nos vienen machacando desde hace años con la cantinela de que la solución a la crisis pasa por la moderación salarial. Menos para ellos, claro.

    Sin olvidar que varias entidades financieras, fundamentalmente Cajas de Ahorro, como consecuencia de una desastrosa gestión han recibido recientemente y recibirán en un futuro inmediato mil millonarias inyecciones de dinero público para garantizar su viabilidad en el futuro y solucionar los desmanes cometidos por sus directivos.


    Dice nuestra Constitución que “todos somos iguales”. Por lo visto unos son más iguales que otros y gozan de inadmisibles privilegios. En estos casos sólo queda el derecho al pataleo. O si lo prefieren “ajo” y “agua”, es decir a joderse y aguantarse.

1 comentario:

  1. Totalmente de acuerdo, estas subidas salariales son inadmisibles y provocan que a más de uno le hierva la sangre. Crean muchísima impotencia para cualquiera de esos casi 5 millones de personas que no tienen empleo, e incluso para los que lo tienen. Dan ganas de levantarse un día y sublevarse ante estas desigualdades.

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