jueves, 29 de septiembre de 2011

FLORENTINO TIENE UN PROBLEMA

    Y creo saber su nombre. El problema se llama José Mourinho que,  tras el penoso encuentro del Real Madrid frente al Rácing de Santander, parece que –por fin- ha comenzado a ser cuestionado por la afición.

    La Cadena SER realizó una encuesta en la que preguntaba a sus oyentes por el responsable –o responsables- de la situación actual del equipo, de su mala imagen y de su penoso comienzo de campeonato. De las tres opciones –entrenador, jugadores y árbitro-, con un apabullante 86% ha “ganado” José Mourinho.

    El portugués, sin apenas transición intermedia, ha pasado de héroe a villano. Tan sólo dos jornadas de Liga –celebradas, además, en apenas cuatro días- han bastado para invertir una situación idílica y transformarla en decepción y preocupación.

   A quienes tenemos ya cierta edad y seguimos el fútbol desde hace muchos años nunca nos cuadró ni nos pareció compatible el binomio Real Madrid- José Mourinho. El equipo blanco siempre fue sinónimo de señorío, de respeto. Sus jugadores eran admirados por su calidad futbolística y por sus valores humanos. Y los entrenadores, casi siempre de la propia casa, ocupaban un discreto segundo plano. ¿Qué ha quedado de todo aquello? Pues nada.

    Pero los tiempos han pasado y Florentino Pérez –que defiende de palabra los valores tradicionales del madridismo, pero que a la hora de gestionar el club los ignora- ha cometido el imperdonable error de meter una zorra en la madriguera. Porque estarán conmigo que Mourinho es la antítesis de lo que siempre significó y enseñoreó al Real Madrid. Con resultados y títulos, la afición todavía le aguantaría; con ridículos como los ofrecidos frente al Levante y Rácing, parece claro que la gente ha dicho ¡basta!

    El fútbol debe tener algo que transforma a la gente. Florentino Pérez es el presidente de ACS, una de las empresas más importantes del país; posee, además, una de las mayores fortunas de España, al punto de que el dinero que maneja en el Madrid es una “broma” en comparación con el que circula en su empresa. Y lo que ganan sus jugadores y entrenador, al lado de sus propios ingresos, no pasa de una “generosa propina”.

    Para haber llegado tan alto se le presuponen todos los valores, virtudes y aciertos. Su paso por la presidencia del equipo de la capital de España es, sin embargo, una continua concatenación de errores. Y el mayor, el que se ha convertido en su gran problema, es Mourinho, al que firmó un contrato megamillonario y de larga duración del que no personará un solo céntimo si lo ponen en la calle antes de hora.

    Esto puede sonar demagógico, pero siempre he pensado qué pensarán los trabajadores –en este caso los de ACS- de los presidentes de equipos de fútbol que sobrevaloran y derrochan el dinero en los contratos de futbolistas y entrenadores cuando a ellos, en los convenios colectivos, les niegan el pan, la sal y hasta la dignidad.

    Al finalizar el partido contra el Rácing, Florentino bajó a buscar a Mourinho para abrazarle. He visto varias veces las imágenes por televisión y, no lo duden, es el abrazo de Judas. Pero que se puede convertir, si acaban echando al portugués, en el abrazo más caro de la historia. Al tiempo.

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