jueves, 15 de septiembre de 2011

FUTBOL Y RADIO

Me he confesado en más de una ocasión oyente empedernido de radio; por eso estoy viviendo con desasosiego el contencioso que mantienen la Liga del Fútbol Profesional y las emisoras de nuestro país. La LFP ha cedido a Mediapro todos los derechos de retransmisión y esta empresa pretende que también las radios paguen un canon por la narración en directo de los partidos de fútbol y por la emisión de los “carruseles” del fin de semana.

    Para millones de españoles es difícil concebir un domingo sin fútbol. Sólo hay, seguramente, otra más inimaginable: un domingo de fútbol sin radio.

    El pasado año escribí que el fútbol donde de verdad me emociona es a través de la radio. Me aficioné a este deporte escuchando en los 60 y 70 las retransmisiones del inolvidable Paco Ortiz en Radio Zaragoza y las de Ricardo Martínez en Radio Juventud. A este último le sustituyó, cuando fue nombrado director de la emisora, Salvador Asensio, que casi 40 años más tarde continúa incombustible al pie del cañón. Con él sigo en la actualidad las vicisitudes y avatares  del Real Zaragoza. Y como yo, millones y millones de españoles que desde niños nos enganchamos al fútbol a través de esa emoción sin igual que proporciona una buena transmisión radiofónica.

  
    Porque el fútbol, a través de la radio, no sólo lo siguen los taxistas, los enfermos, los que trabajan en fin de semana o los que no pueden permitirse pagar una entrada para acudir al estadio. Ni muchísimo menos. Lo siguen también quienes lo están presenciando en el campo para tener una más amplia visión: lo que uno mismo ve y lo que le cuentan desde mil enclaves distintos.

    Y, además, desde los tiempos de José María García muchos optamos por ver las imágenes en televisión y seguir la narración radiofónica. No hay color. Prueben si no lo han hecho nunca.

    Es cierto que los “carruseles” y las retransmisiones deportivas son una de las principales fuentes de ingresos publicitarios para las emisoras; pero no lo es menos que son espacios de costosa producción. Pero se imaginan el irreversible daño, la mortal estocada que supondría para el fútbol la ausencia total de información sobre lo sucedido en los estadios.

   Fútbol y radio se necesitan. Es más, yo diría que son complementarios, que es difícil imaginarse al uno sin la otra y que han nacido para entenderse.

    El culpable de este –espero que temporal y pasajero- desencuentro es Jaume Roures, dueño de Mediapro y mandamás de la Sexta. ¿Cuál es su mérito para haber llegado tan alto y tener poder para hacer tambalearse ese necesario binomio radio-fútbol? Pues el único que se le conoce es ser amigo personal de Zapatero y haber decantado a su favor y el de su grupo mediático la tradicional sintonía entre el PSOE y el grupo Prisa.

    Quizás lo desconozca, pero si sigue en su empecinamiento puede hacer un irreparable daño al fútbol. Y lo que es más importante: a las ilusiones de millones de españoles que esperamos como agua de mayo el fin de semana para saborear y disfrutar del incomparable color y sabor que tiene un gol bien narrado a través de la radio.

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