domingo, 29 de mayo de 2011

EL MOVIMIENTO 15 - M


    Paso todos los días por la Plaza del Pilar en mi habitual recorrido de ida y vuelta al trabajo, circunstancia que me ha permitido convertirme en observador privilegiado del nacimiento y crecimiento –las tiendas de campaña han llegado ya a las mismísimas puertas de la Basílica- del movimiento 15-M en nuestra ciudad.

    He de confesar que nunca he demostrado excesivo interés por las manifestaciones colectivas, pero también voy a reconocer que éste me ha parecido un fenómeno totalmente nuevo, distinto a todo lo que en materia reivindicativa yo conocía y que me han ganado para su causa.

    Están bien organizados y –en Zaragoza al menos- apenas molestan. No hay problemas de higiene y no se ha producido ni un solo altercado de orden público. Sus integrantes son jóvenes en su mayoría, pero han sabido captar la atención de personas de todas las edades que piensan como ellos y que comparten sus mismos problemas.

    Me ha llamado poderosamente la atención el pulcro y respetuoso lenguaje que utilizan en todas sus reflexiones en voz alta y en sus puestas en común. He escuchado varias y están en las antípodas del lenguaje vacío, topiquero y despectivo que estamos acostumbrados a escuchar en políticos y medios de comunicación.

    Reclaman algo tan elemental como una democracia real; lo que nos llevará, de rebote, a una vida mejor para todos. La nuestra es una democracia, pero sólo en las formas. Y en el fondo late la rebelión y resistencia a ser una generación perdida. Por ello alzan –de la forma más pacífica- sus voces.

    Creo que esa tranquilidad que irradian les ha hecho acreedores de la simpatía de todo el mundo. O de casi todos; porque un sector de la prensa más reaccionaria e intransigente reclamó la víspera de las elecciones el desmantelamiento de todos estos campamentos, especialmente el de la Puerta del Sol de Madrid, su máximo emblema, porque la Junta Electoral Central –que en este tema no pinta absolutamente nada- se permitió la frivolidad –mejor irresponsabilidad- de declararlos ilegales. Afortunadamente, el Ministerio del Interior mantuvo la calma porque las consecuencias del uso de la fuerzas las hubiéramos tenido que lamentar durante mucho tiempo.

    El movimiento del 15-M reclama un cambio radical en la política. Visto lo anterior, añadiría una nueva reivindicación: un giro total en los medios de comunicación y que estén al servicio de la verdad y del ciudadano. No a las órdenes de quien los sostiene publicitaria e ideológicamente. Algunos, en el tratamiento que han  dado a este tema han producido el más vergonzante de los sonrojos.


    Sólo queda desear suerte a quienes han hecho este esfuerzo y ojalá que al final haya merecido la pena. Al fin y al cabo los beneficiados seremos todos.

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