jueves, 22 de septiembre de 2011

EXITOS DEPORTIVOS


    De un tiempo a esta parte, las mayores alegrías que nos llevamos los españoles casi siempre vienen de la mano del deporte. Nos hemos convertido sin darnos cuenta, en primera potencia mundial deportiva, algo impensable hace apenas un cuarto de siglo.

    Puede hablarse sin caer en la exageración de un auténtico milagro del deporte español. Nuestro país siempre dio buenas, pero esporádicas, individualidades –Santana, Angel Nieto, Seve Ballesteros…-, pero es que en la actualidad dominamos en la práctica totalidad de deportes individuales y de equipo.

    Ese milagro al que me refería tiene su punto de partida en el Plan ADO, una estrategia planificada antes de los Juegos de 1992 para que la cita olímpica de Barcelona constituyera, por primera vez, un éxito para nuestro deporte.

    El pasado fin de semana tuvimos una magnífica muestra de ese momento dulce por el que atravesamos. Y lo sufrieron en sus carnes los deportistas franceses con sendas derrotas –casi humillaciones- en las semifinales de la Copa Davis y en la final del europeo de baloncesto. Por cierto: a los franceses siempre se les ha tenido una manía ancestral –a los deportistas y a los que no lo son- y el hecho de que hayan sido nuestras víctimas propiciatorias ha incrementado notablemente la satisfacción.

    La práctica del deporte hace más sano, más solidario y mejor a quien la realiza. Por eso es bueno para una sociedad la existencia de deportistas de élite, pues constituyen un magnífico espejo en el que pueden mirarse los más pequeños. Si, además, a los valores deportivos se unen los humanos y un importante grado de compromiso con la sociedad, miel sobre hojuelas.

    Dos de los triunfadores del pasado fin de semana, Pau Gasol y Rafa Nadal, son el mejor exponente. Ambos, a través de sus fundaciones, intentan devolver a la sociedad en forma de solidaridad, una parte de lo mucho que el deporte –y su esfuerzo- les ha dado.

    Por eso no es de extrañar que todos los niños quieran ser Rafa Nadal o Pau Gasol. Son un magnífico ejemplo a imitar. Lo que me preocupa más es que quieran ser como el impresentable de Cristiano Ronaldo. Sí, ese que tiene la autoestima por las nubes y dice que todos se meten con él porque es alto, guapo y rico. Y a mí que me parece que es un soplagaitas…

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